miércoles, 21 de junio de 2017

TESTIGO****

Título original: La Mécanique de l'ombre. Director: Thomas Kruithof. Guión: Yann Gozlan, Thomas Kruithof. Intérpretes: François Cluzet, Denis Podalydès, Sami Bouajila, Alba Rhorwacher. Productora: Música: Grégoire Auger. Fotografía: Alex Lamarque. País: Francia-Bélgica. Año: 2016. Duración: 88 min. Género: Suspense, thriller político. Público: Adolescentes y adultos.


Un enigmático hombre de negocios se pone en contacto con Duval (François Cluzet) para ofrecerle un trabajo sencillo y bien remunerado: transcribir escuchas telefónicas. Duval es un hombre conciso y obsesivo, que perdió su empleo hace dos años y aún sigue en paro cuando recibe una misteriosa llamada con esta oferta de trabajo. Sin pensarlo dos veces, acepta ese oficio. Pero, ¿para quién trabaja exactamente? Poco a poco empieza a sentirse en peligro y recibe varias amenazas que podrían poner en peligro su vida. Solo deberá hacer frente al difícil mundo del trabajo en la sombra y del complot político.

El oscuro trabajo le llega en un momento de proceso de reconstrucción personal, de búsqueda de apoyo en Alcohólicos Anónimos. Duval, el protagonista de esta historia, representa lo kafkiano. ¿Será capaz de tomar decisiones o será simplemente un empleado ciego? La inexpresividad del gesto que François Cluzet imprime a su personaje encaja armónicamente con una apuesta de estilo minimalista, que sabe capturar la opresiva asepsia de los nuevos entornos laborales y el punto débil de este thriller, que, por su autoimpuesta naturaleza elíptica, no habilita ángulos ciegos para camuflar las claves de su enigma.


Ya tenemos dos aspectos dramáticos en juego: la precariedad laboral y el thriller político, con sus mentiras, manipulaciones y extorsiones sin escrúpulos.

En su debut como director, Thomas Kruithof toma en cuenta  La conversación (1974) de Francis Ford Coppola como modelo, aunque no es la única referencia. Cuando la trama enfrenta al protagonista con una grabación en la que escucha su propia voz, el sustrato kafkiano empieza a flirtear con los obsesivos juegos de desdoblamiento propuestos por Philip K. Dick. Testigo, no obstante, no logra preservar por mucho tiempo su juego de incertidumbres y, en sus tramos finales, parece que el engranaje total tiene sus insuficiencias, sin dejar de ser un thriller interesante y opresivo.



Testigo (La mécanique de l’ombre) se sitúa en la tradición del mejor cine de suspense, con un plus despersonalizado y amoral. El director novel Thomas Kruithof añade una dimensión del cine social contemporáneo, que se suma a las propuestas de Costa-Gavras, Ken Loach o Stéphane Brizé. Tanto François Cluzet (Duval) como Denis Podalydès (Clément), Sami Bouajila (Comandante Labarthe) y Alba Rohrwacher (Sara) realizan unas interpretaciones soberbias. A ellos hay que añadir a un ilustre secundario, Simon Abkarian, al que todos recordamos por el papel de marido de Viviane Amsalem en la película de Ronit y Shlomi Elkabetz. Abkarian interpreta a Gerfaut, un cruel personaje que busca lo mismo que Clèment y Labarthe, pero desde un estatus más bajo, lo que le obliga a mancharse las manos directamente. 

En esta lucha entre seres sin escrúpulos, Duval intenta preservar sus principios, convirtiéndose en la principal víctima. Algo que también sucede en las obra de Loach, Costa-Gavras y Brizé, así como, de forma más próxima, en el día a día de nuestras ciudades. 

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