domingo, 11 de noviembre de 2018

LA BUENA ESPOSA/THE PRIZE****

Título original: The Prize. Director: Bjorn Runge. Guión: Jane Anderson. Basada en la novela The Wife, de Meg Wolitzer. Intérpretes: Glenn Close, Jonathan Pryce, Christian Slater, Max Irons,Annie Stark, Harry Lloyd, Elizabeth McGovern. Producción: Rosalie Swedlin, Meta Louise Foldager, Piers Tempest, Piodor Gustafsson, Claudia Bluemhube. Música: Jocelyn Pook. Fotografía: Ulf Brant°as.País: USA, Suecia, Reino Unido. Año: 2018. Duración: 100 min. Público: Todos.


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Un escritor norteamericano recibe la noticia de que la Academia sueca le ha otorgado el premio Nobel y acude a recibirlo con su esposa. En un matrimonio que parecía haber sobrepasado la fecha de caducidad, en un viaje a Estocolmo se desencadena la crisis. Una grieta se abre en lo que aparentaba ser una de esas relaciones que el tiempo compartido ha convertido en simbióticas, con todas sus pequeñas o no tan pequeñas fisuras. El problema viene de lejos pero tiene que ver con el premio, la pompa y la circunstancia.

               Glenn Close y Jonathan Pryce en La buena esposa


El placer que proporciona esta pequeña película de cámara está en su revelación gradual. Sobre todo porque eso significa fijarse desde muy pronto en el repertorio de gestos, miradas y frases entredichas de la premiada esposa, una Glenn Close resplandeciente. Su rostro anguloso se convierte en un imán, un paisaje que ocupa toda la superficie significante de la pantalla: hay otros actores, y alguno tan bueno como Jonathan Pryce en el papel del escritor premiado, pero incluso su impecable forma de componer un gigante artístico de pies de barro palidece al lado del recital, a la vez contenido y explosivo, que aloja el rostro de Glenn Close. Su papel en La buena esposa, devuelve a las pantallas a la mejor versión de una actriz tan brillante, ácida, provocadora y genial ahora como hace años.

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¿Cuál es la razón para que una mentira se autoalimente durante tantos años? Un equilibrio de miedos a la soledad, a la herida del ego, a la pérdida de paz familiar mantenida durante tiempo y tiempo, pero que sigue siendo una mentira. Y la verdad finalmente se impone y de manera trágica.

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Nadie como Glenn Close merece un Oscar, a pesar de las seis nominaciones recibidas a lo largo de su carrera. "Si miro atrás, en mi carrera abundan los papeles de villanas. Quiero creer que eso aporta naturalidad y realidad a mis personajes. En la vida real, estamos más cerca de ser malos que buenos".



El último papel de esta mujer nacida en Conneticut hace 71 años es buen ejemplo. No tanto de maldad como de inmensidad, dolor contenido e identidad postergada. La buena esposa, de Björn Runge, cuenta la historia de una mujer sacrificada de forma voluntaria a la mayor gloria de su marido aparentemente, pero hay más: la mentira construida y mantenida. El día que éste recibe el Premio Nobel de Literatura, la cinta se detiene a recordar una relación de años: una vida entera. Y así aprendemos que él no sería nada sin ella, y ella sería mucho más sin él. "Sinceramente", dice, "sigo sin tener claro que, pese a todo lo avanzado, el ego masculino esté preparado aún para soportar el éxito de la compañera".

La película se abre, a contracorriente, con una escena de amor. Se trata de una secuencia graciosa, algo ridícula y, sobre todo, disfrutona. Sin complejos y sin nada más que añadir que el placer de la naturalidad. Dos personas mayores se aman.

Glenn Close presume de un historial, donde la maldad conoce todo tipo de grados, posturas y corrientes de opinión. Fue vicepresidenta de Estados Unidos en Air force one con la misma convicción que viuda pasiva agresiva en Las amistades peligrosas, asesina de perros en 101 dálmatas u hombre (sí, hombre) en Albert Nobbs. Y así hasta encarnar al icono de los iconos: su papel en Atracción fatal. Y aquí, por cumplir con el ritual, conviene detenerse. Entre un final y otro, no sólo media la diferencia que va de una enferma mental y una malvada psicópata, sino que queda retratada (para mal) la sociedad entera.

Ahora la veremos magnífica en su papel de buena esposa, concentrando en su actuación las mejores cualidades de una buenísima actriz.