martes, 24 de octubre de 2023

LA ISLA ROJA***

Entre 1971 y 72, el pequeño Thomas vive bajo el mando colonial francés en Madagascar en una de las bases aéreas de su ejército, donde las familias de los militares viven los últimos coletazos del colonialismo. Es un niño de 8 y 9 años durante ese tiempo, que está muy influenciado por la lectura de los relatos de la intrépida heroína Fantomette, y observa con fascinación todo cuanto le rodea mientras el mundo se abre gradualmente a otra realidad.



El director y guionista Robin Campillo se asoma a la mirada de un niño imaginativo y sensible que, vive fascinado en un lugar como la llamada “Isla Roja” con sus padres Robert y Colette y sus dos hermanos. Madagascar, aunque ya declarado país independiente, intenta desligarse de la presencia y la influencia francesa. El desmantelamiento de la base militar parece inminente.

Resulta interesante el acercamiento a la vida cotidiana de una base militar colonial, conviviendo entre distintas familias, lo que va bien y lo que va mal, sus pareceres acerca del destino, su forma de amarse, su cultura, sus dudas acerca de su regreso a Francia, y el futuro que les espera, etc. Gran parte de la trama proviene de la mirada del pequeño Thomas, que quisiera mirar sin ser visto y ver lo que nadie ve, como su heroína infantil. Su lectura y perplejidad del mundo de los adultos, a quienes observa ocultamente con curiosidad, sus historias románticas, su modo de relacionarse, de perder y de ganar, de conversar, de sufrir. Esa mirada infantil es la protagonista del relato cuando, a la realidad de la isla se unen con su desbordante imaginación los magníficos insertos de las aventuras de Fantômette, la “wonder girl” de los comics juveniles creada por Georges Chaulet y que el pequeño lee -algo así como un trasunto de todas nuestras infancias- con especial devoción.

Esos pocos años transcurridos en la “Isla Roja”, que marcarán de por vida a sus protagonistas, sirven de espejo del final de un lugar diverso y bello, de una época, idílica para unos y dolorosa para otros. Porque lo que sucede más allá del recinto militar, es la lucha por la independencia definitiva de Madagascar de facto, lo que retrata también la huella de una ocupación colonialista, y sus situaciones de injusticia y tensiones sociales propias de un país en busca de su liberación.

Madagascar tuvo su primer asentamiento humano en torno al siglo IV, aunque sin pruebas de presencia humana antes del siglo I de nuestra era. Curiosamente, a pesar de que la distancia entre Madagascar y el punto más cercano de África es de 416 km (cerca de Lumbo, en Mozambique) y que la distancia al punto más cercano de Indonesia (en la isla de Siberut) es de más de 5500 km, Madagascar fue colonizado por los indonesios antes que por los africanos. Predominan los rasgos asiáticos, costumbres típicas del sureste de Asia y una lengua del tronco malayo-polinesio entre la población.

Después de haber sido colonia portuguesa, fue saqueada por piratas, convertida en isla-prisión y sometida al comercio de esclavos, para finalmente ser colonia francesa hasta su independencia en 1960 y su liberación completa de la presencia francesa en 1972.

Muy bien cuidada la estética y la luz de época, destaca entre el reparto la presencia del español Quim Gutierrez en el papel del padre de familia y de la actriz en alza Nadia Tereszkiewicz, como esposa y madre de Thomas. 

Tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=1OX8-uNIWdQ


miércoles, 4 de octubre de 2023

SOUNDS OF FREEDOM*****

Tim Ballard (Jim Caviezel) trabaja como agente especial para el gobierno de los Estados Unidos. Como parte del Departamento de Seguridad Nacional, se centra en la ciberdelincuencia contra menores víctimas de delitos sexuales. Se ocupa desde la trata de seres humanos al turismo sexual. Con su experiencia, Ballard ha conseguido infiltrarse y desmantelar decenas de organizaciones delictivas que secuestraban a niños y los obligaban a prostituirse. Sin embargo, su mayor esfuerzo y contribución a la lucha contra la delincuencia comienza con la fundación de Operation Underground Railroad (conocida por las siglas OUR): una organización sin ánimo de lucro que ayuda a gobiernos de todo el mundo a rescatar a víctimas del tráfico sexual.




Basada en la historia real de Tim Ballard, un ex Agente de Seguridad Nacional de Estados Unidos que dejó su trabajo para dedicar su vida, sumergiéndose en el submundo del tráfico de personas a lo largo de Latinoamérica, a intentar salvar las vidas de cientos de niños.

El mundo de la abyección y del mal más profundo y oscuro, el abuso sexual de menores, la compra-venta de niños y niñas, el entramado creado y silenciado a nivel mundial para su esclavitud sexual y explotación…La profanación de lo más sagrado e inocente. La sentencia cantada y repetida tan cierta "Los hijos de Dios no están en venta".

Un tema evitado habitualmente en el cine, se propone en las carteleras de cine mundiales con el método “boca a boca” y llega a número 1 en EE.UU y en otros países como Finlandia, México, Colombia, etc. Una película necesaria, producida por un equipo dirigido por Eduardo Verástegui además de alentada comercialmente por Mel Gibson y dirigida por Alejandro Monteverde. Está protagonizada por Jim Caviezel, Bill Camp, Mira Sorvino, Kurt Fuller, Gary Barasaba, Eduardo Verastegui, Scott Haze, Javier Godino, José Zúñiga, Gustavo Sánchez Parra, Manny Pérez, Yessica Borroto, James Quattrocci, Cristal Aparicio, Gerardo Taracena, entre otros.

Se narra especialmente la búsqueda denodada y arriesgada de dos hermanos hondureños, Miguel y Rocío, secuestrados y trasladados a Colombia y de allí vendidos a diferentes partes del mundo gracias a la red de tráfico y extorsión sexual de menores que se extiende en Estados Unidos, Asia, América Latina y Europa. Un gran drama tratado como thriller que pone de relieve la pedofilia como delito de lesa humanidad, y que logra sensibilizar a lo largo de sus 135 minutos de metraje.

La película gana con la presencia de Jim Caviezel, Bill Camp, Kurt Fuller y Mira Sorvino. Vale la pena verla, invitar a muchos y difundir su contenido hasta que de la vuelta al mundo.

Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=UwSBQWI-bek

lunes, 2 de octubre de 2023

CERRAR LOS OJOS*****

Un célebre actor español, Julio Arenas, desaparece durante el rodaje de una película. Aunque nunca se llega a encontrar su cadáver, la policía concluye que ha sufrido un accidente al borde del mar. Muchos años después, esta suerte de misterio vuelve a la actualidad a raíz de un programa de televisión que pretende evocar la figura del actor, ofreciendo como primicia imágenes de las últimas escenas en que participó, rodadas por el que fue su íntimo amigo, el director Mikel Garay.


La película dentro de la película del director Mikel Garay se titula “La mirada del adiós”, y la que ahora presenta Víctor Erice “Cerrar los ojos”. La nostalgia y la memoria como eje conductor de su último largometraje, que son capaces de recuperar a la vida algo que fue tan real como lo protagonizado. La dependencia memoria-identidad, tan necesaria en la vida humana, de la sociedad, de la historia y de las cosas.

La nostalgia del cine, tal y como lo crearon los Lumiere. La nostalgia de las salas de cine como único lugar para ser sentido y vivido. La nostalgia de lo amado. La nostalgia de lo vivido. La nostalgia de lo que se fue. La nostalgia de lo creado. La nostalgia de lo protagonizado. La nostalgia de los antiguos actores. Y al anhelo de encontrar el alma, la consciencia.

Desde su magnífico cortometraje Alumbramiento (2002), el episodio Vidrios rotos, parte de un film rodado con Pedro Costa, Manoel de Oliveira y Aki Käurismaki (2012); su fresca correspondencia con el excelso Abbas Kiarostami, y alguna videoinstalación confirman que el director Erice no ha detenido su actividad. 

Cerrar los ojos comienza en Francia, en una villa llamada Triste le Roi. Un adinerado judío, a punto de morir, pide a un personaje tan misterioso como él que vaya a buscar a su hija, que está en Shanghái; no puede cerrar los ojos a este mundo ver una vez más los de ella, a fin de que le recuerden quién es en realidad. Erice realiza en 169 minutos un tratado de metafísica de la mirada, en relación con la memoria y la identidad. La primera secuencia -cuyo contraluz inicial recuerda a El espíritu de la colmena (1973)- pertenece a otro film inconcluso, del director y escritor Garay (Manolo Solo); último plano que interpretase el actor desaparecido Julio Arenas (José Coronado). Otra evidencia y recuerdo del proyecto truncado de Erice de adaptar El embrujo de Shanghái de Juan Marsé (recuerdo leer con fuición el guión hecho libro en La promesa de Shanghái). Y la idea que rezuma todo de refulgir con mayor esplendor ante el fracaso aparente. Convertir la falta y lo imperfecto en un bien aún mayor, conseguir que lo inconcluso cierre su peculiar círculo.

Tras esa primera secuencia aparece Garay, el director convertido en detective en busca de su amigo y actor Julio Arenas, de la misma forma que el personaje debía buscar a la hija desaparecida del magnate sefardí en el film sin terminar. Sus investigaciones son la excusa para una serie de encuentros: con Ana (Ana Torrent), la hija de Arenas; con Max (Mario Pardo), de profesión cinéfilo existencial; con Lola (Soledad Villamil), antiguo amor compartido de los amigos Julio y Miguel; con sus vecinos del pequeño camping andaluz junto al mar en el que vive, con Belén (María León), sanitaria del asilo de monjas regentado por sor Consuelo (Petra Martínez), y finalmente con Gardel, ese personaje entrañable y trágico que custodia, inconsciente, lo que queda de Julio Arenas. Una antigua sala de cine, donde se visiona la última secuencia de la película de Garay, como en Ordet (1955) de Dreyer tendrá la clave.

De no perderse el homenaje a Rio Bravo con la canción "My Rifle, my pony, and Me" a pelo del gran Manolo Solo, que interpreta a Mikel Garay en la película.

La película de Erice, larga, poética, pausada, tiene un gusto estético muy cuidado, un guion escrito con pausa y conciencia, preocupado por abordar de forma sencilla los grandes temas existenciales, y un gran elenco. Mikel Garay, Julio Arenas, Max, Ana Arenas...Todos interpretados por actores memorables, como memorable es y será esta película.  

“De entre las múltiples lecturas que puede suscitar una obra tan profundamente poética, tan rica y polisémica, Rubén de la Prida propone la hipótesis de que el personaje de Julio Arenas sea trasunto del mismo cine; el cine como espectáculo del pueblo, el cine como arte inefable. El cine como lo concibe Max, que se queja de la imagen digital en su diálogo con Miguel, mientras rebusca entre las latas de celuloide los rollos de la película inconclusa de este. No es, por ello, baladí, que Julio desaparezca en aquellos años 90 en los que el vídeo obligó a cerrar tantísimas salas, ni que un director al modo de Erice como es Garay se haga en su búsqueda, por si el recuerdo de lo que fue consigue resucitarlo, por si el esplendor de una sala polvorienta obra el prodigio de traerlo de vuelta. Desde esta perspectiva, la oda al cine que es sin duda Cerrar los ojos adquiere un carácter elegíaco, convirtiéndose en cierto modo en un sonoro réquiem de la misma obra de Erice y del medio que la sustenta. Y, al mismo tiempo, es señal de la vitalidad de ambos, de su subsistencia indoblegable”.