sábado, 29 de marzo de 2014

CINE DE INVIERNO(III): HANNAH ARENDT


Margaretha Von Trotta dirige su mirada inquisitiva para contemplar realidades de la historia, con retratos de mujeres luchadoras y de gran altura humana e intelectual, y con una perspectiva humanista que atiende a cuestiones morales en las que se radiografía la sociedad (también hizo un retrato muy interesante de Hildebranda Von Bingen, en Visión (2009). En esta ocasión, se acerca a la filósofa alemana y judía Hannah Arendt, discípula de Martin Heiddeger, autora de obras tan esclarecedoras sobre los tiempos oscuros del siglo XX como “La condición humana”, o la “Teoría del Totalitarismo”. La película intenta penetrar en su pensamiento acerca del mal, y hacerlo primero desde la teoría política y después desde la propia experiencia sufrida, con ocasión de su presencia como corresponsal en el juicio a Eichmann en Jerusalén en 1961, que ella misma pidió a la revista The New Yorker. 

                                                    Hannah Arendt en su juventud

Discípula de Karl Jaspers y de Edmund Husserl, la joven estudiante judía le pidió a Heidegger que le “enseñase a pensar” con lo que comenzó una larga relación intelectual y amorosa entre ambos hasta terminada la II Guerra Mundial -el filósofo no pronunció nunca una palabra de condena por las atrocidades nazis ni para explicar su conducta-.

           Hannah Arendt (Barbara Sukova) en el proceso a Eichmann, 1961

Exiliada en los Estados Unidos desde 1933, después de pasar por un campo de concentración en la Francia ocupada, trabaja como escritora para la revista The New Yorker, y es enviada a Jerusalén para cubrir el juicio contra el nazi Adolf Eichmann, recién capturado en Argentina por los servicios secretos israelíes. Para ella, asistir al juicio supone un reto intelectual y también personal por su condición de judía, por lo que decide afrontarlo desde posiciones especulativas y no emocionales, tratando de entender lo que ha impulsado a ese hombre mediocre a cometer esas tremendas  atrocidades. Espera encontrarse frente a un monstruo, pero en vez de eso, lo percibe como un don nadie. La mediocridad espiritual de Eichmann no cuadra con la profunda maldad de sus actos, por eso acuña la expresión que no será entendida por muchos de “la banalidad del mal“. Fue la pasión por “entender” lo que la llevó a seguir in situ el proceso a Eichmann: antes que la imagen monstruosa y demoníaca del nazismo, Arendt confirió al criminal la encarnación de la “ausencia de pensamiento”. En línea recta desde “el mal radical” de Kant, que no quería decir el mal absoluto sino, en el sentido vegetal del término, el mal “de raíz”, Arendt postula “la banalidad del mal”.


Al final, se cuestiona la responsabilidad de quienes, obedeciendo de manera autómata a sus superiores, han perdido su capacidad de reflexión y por tanto su identidad como sujeto moral. Desde ese momento, piensa, esos individuos no son susceptibles de condena alguna aunque sus actos hayan sido ciertamente criminales y horrendos. En realidad, la abyección peor es que han dejado de ser humanos y por eso la aproximación a esa triste realidad debe hacerse considerando su carácter a-personal y meramente burocrático. ¿Es posible atribuir el racismo cruel a la anestesia del pensamiento y por consiguiente de la libertad y responsabilidad personal? 



Son conclusiones puramente filosóficas con las que no pretende justificar la barbarie nazi, y que encuentran certificación en su propia vida cuando autoridades políticas y académicas la someten al vacío y al desprestigio… que no era sino una nueva forma de “holocausto intelectual” e intolerancia, ahora a cargo de una comunidad judía a la que Arendt había responsabilizado indirectamente de lo sucedido en la guerra por su calculada, tibia e interesada resistencia (próxima a la colaboración) a la política de Hitler. Esto fue un escándalo: Arendt tuvo la osadía al acusar a los Consejos judíos y, en particular, a sus presidentes, de colaboración de hecho con los nazis. Es la manera intelectual de adentrarse en el subconsciente colectivo del pueblo judío, que se considera víctima y no co-responsable de lo sucedido, de ponerles un espejo frente al que mirarse y donde reflejarse también en su posterior conflicto con los árabes.



Hannah Arendt es una película densa en su discurso filosófico y político, con todos los matices que exige un pensamiento tan elaborado y profundo. Ciertamente, es una película que obliga al espectador a permanecer atento a cada palabra y reflexión, a esforzarse por comprender su pensamiento y por liberarse de prejuicios, aparte de conocer la realidad histórica contemplada. Sin embargo, el interés de la cuestión y la espléndida interpretación de Barbara Sukowa hacen que merezca la pena verla y atreverse a pensar. La actriz consigue, con su actitud ponderada y su mirada reflexiva, transmitir un pensamiento ajustado y contener unos sentimientos dolorosos, dar vida a una mujer valiente que fue fiel a sí misma y a la intelectualidad.

El guión es discursivo y filosófico, y eso quizá dificulte que la película llegue a un público amplio, pero no todo el cine es de palomitas. Por otro lado, la historia queda fragmentada en dos partes bien diferenciadas que actúan a modo de tesis y antítesis, para llegar a una síntesis sobre el origen del mal… que corre por las venas de la condición humana. En definitiva, estamos ante un biopic de gran interés intelectual e histórico, pero minoritario por su factura y enfoque… porque la banalidad del mal no está al alcance de quien no quiera pensar.

                  Hannah Arendt

Las objeciones a la tesis de Hannah Arendt son múltiples y todas las pruebas acumuladas en los últimos 15 años demuestran el papel preponderante del acusado en la estrategia de exterminación de los judíos. Hannah no asistió a la totalidad del proceso de Eichmann hasta su desenlace. Llegó el 10 de abril de 1961 y se marchó en mayo: presente durante tres semanas desde la sala de prensa, no asistió ni al interrogatorio propiamente dicho ni a los diálogos entre el acusado y sus jueces. No escuchó al acusado defenderse con sangre fría y habilidad. Amparado por la idea de que la eliminación de los judíos era necesaria para el bienestar y la grandiosidad de Alemania, Eichmann no escondió su antisemitismo. Redactor de las actas de la conferencia de Wansee que decidió la exterminación de los judíos, habla de sí mismo como de un “idealista” que vivió toda su vida según la moral kantiana. En su defensa, es capaz de citar el principio de razón práctica. “El burócrata cauto, sí, así era yo… Pero junto a ese cauto burócrata había un luchador fanático por la libertad de nuestros Blut y Volk de los que desciendo… También puede impugnárseme que la idea de una verdadera y total eliminación no pudiera ser llevada a cabo. Podía y debía haber hecho y llevado a cabo mucho más”, declara Eichmann a Willem Stassen, un simpatizante nazi en la Argentina. ¿Se puede deducir de su comportamiento una “ausencia de pensamiento”? “Este nuevo tipo de criminal”, dice Arendt, sufre algo como “la anestesia del pensamiento… los hombres que no piensan son como sonámbulos”. 

María Molina

HANNAH ARENDT****

Título original: Hannah Arendt. Director: Margaretha Von Trotta. Guión: Pam Katz, Margaretha Von Trotta. Intérpretes: Janet Mcteer, Axel Milberg, Barbara Sukowa,  Julia Jentsch, Michael Degen,  Ulrich Noethen,  Janet McTeer. Fotografía: Caroline Champetier. Música: André Mergenthaler. Montaje: Bettina Bohler. País: Alemania. Año: 2013. Duración: 113 min. Género: Biografía. Drama.


martes, 18 de marzo de 2014

EL HIJO DEL OTRO****


Una película necesaria, con una lectura inteligente y llena de humanidad en clave de fábula o parábola aleccionadora: a veces conocemos y entendemos con más fuerza la sangrante realidad cuando la vemos al revés. El hijo del otro es una bellísima película sobre dos familias, una de origen judío y  otra palestino. De forma casual las dos madres, Orith (Emmanuelle Devos) y Leila (Areen Omari),  tuvieron sus hijos varones el mismo día en la ciudad de Haifa, y a raíz del desconcierto y las prisas en un bombardeo, fueron intercambiados. Han crecido cada uno en una familia que en realidad no era la suya. Se descubre por un examen de sangre que Joseph ha de hacerse para el ingreso en la mili en Tel Aviv, y se desencadena un problema de identidad, de incomprensiones y recelos.


El error del hospital se conoce aquí al principio de la trama: Joseph, el presunto hijo judío de un matrimonio formado por un coronel israelí y una médica de origen francés, se hace la revisión médica para cumplir con su servicio militar, pero su examen de sangre no es compatible con los datos genéticos de su padre. Es, en verdad, hijo de una pareja palestina, cuyo supuesto hijo Yassin (que en verdad no es palestino sino judío) regresa después de haber estudiado en París.


El mismo tema que abordó Hirokazu Kore-eda en su premiada película titulada Like Father, Like Son, donde dos matrimonios deben repensar y reconstruir sus vidas cuando se enteran de que en verdad sus hijos de 5 años no son sus hijos sino que fueron intercambiados por error en la maternidad del hospital. La premisa no es nueva -algo de eso hay también en clásicos como El príncipe y el mendigo (Mark Twain) o La comedia de las equivocaciones (William Shakespeare-, pero el maestro japonés expuso en toda su dimensión psicológica las contradicciones, dudas, rechazos, enojos, frustraciones y resentimientos de quienes hasta entonces tenían una existencia determinada y, a partir de esa revelación, se ven obligados a adaptarse (o no) a una nueva realidad, ya que los niños son aún pequeños.

En El hijo del otro el punto de partida es prácticamente el mismo, pero el problema es más agudo porque son mayores de edad, y por los alcances sociopolíticos y religiosos del conflicto palestino-israelí. Por ser ese lugar es mayor el conflicto íntimo, y las múltiples reacciones de los padres: el judío Alon (Pascal Elbé) y el palestino Saïd (Khalifa Natour), de los hermanos, de sus amigos, aunque curiosamente y dolorosamente lo asuman sus madres. La directora Lorraine Lévy (Mes amis, mes amours y La première fois que j'ai eu 20 ans) maneja la cuestión con bastante elegancia y recato, sin dejar caer el ritmo, aunque el tema de la aceptación del otro, del distinto puede resultar casi una utopía, pero es posible “ser hijos de Abraham, un mismo padre”, es posible cantar lo mismo.


Las dos familias entran en contacto y somos testigos de su desasosiego, sus problemas culturales, religiosos, identitarios, el peso de la tradición, de la violencia, de la guerra. Vemos las intrigas, la falta de aceptación por parte de ciertos miembros de la familia que los mantienen en una situación de gran angustia. Lorraine Levy trata el tema con mucha delicadeza y es evidente que desea ver en el desenlace del film una solución al problema político de ambos países, por medio de la comprensión, la amistad, el entendimiento. El tema está bien tratado y con un ritmo adecuado, aunque se pueda considerar imposible tratar sobre la paz, la tolerancia y el respeto en aquél lugar del mundo. Vale la pena verla.


María Molina

EL HIJO DEL OTRO
Título original: Le fils de l'autre. Dirección Lorraine Lévy.  Guión: Lorraine Lévy, Nathalie Saugeon. Intérpretes: Emmanuelle Devos, Pascal Elbé, Jules Sitruk, Mehdi Dehbi, Areen Omari. Fotografía: Emmanuel Soyer. Montaje: Sylvie Gadmer. Director de Arte: Noa Roshovsky. Vestuario: Valérie Adda. Producción: Eric Amouyal, Raphael Verdugo, Virgínie Lacombe. País: Francia, 2012. Duración: 105 min. 

domingo, 9 de marzo de 2014

2 FRANCOS, 40 PESETAS***


Es la última entrega de la trilogía sobre la emigración española de Carlos Iglesias, que dirige, protagoniza y escribe. Todos recordamos "Un franco, 14 pesetas", que fue vista por más de diez millones de personas, y que ahora con "2 francos, 40 pesetas", echa el cierre (o no), con el nuevo protagonista que es el hijo del emigrante Martín, Pablo, de 18 años, quien regresa a Suiza a buscar sus raíces en InterRail con su amigo Juan y, a la vez, los padres intentan ver si pueden volver a emigrar allí. Carlos Iglesias retomó la historia de la primera por sugerencia de un seguidor de su cuenta de Twitter, pero esta vez lo hizo en tono de comedia, después del drama que fue "Ispansi", rodada entre ambas.



Comedia situada en 1974 –aunque con epílogo de 1975 con la muerte de Franco, ya han pasado seis años desde que la familia de Martín volvió de Suiza, suficiente para rehacer su vida en Madrid pero no para olvidar ese país idílico en el que consiguieron despegar. Iglesias ha elegido ese año, "un año importante porque se vivió una de las crisis energéticas más importantes de la historia", creando, en parte, una situación económica parecida a la que se vive hoy, según señaló en rueda de prensa. "Muchos españoles que habían vuelto a España, como mi padre, en 1966, se replantearon en esa época volver a emigrar, y eso es precisamente lo que está ocurriendo ahora". Y explica que, sólo en el cantón suizo en el que se rodó la película habían regresado en el último año y medio "23.000 españoles que estuvieron hace siete y diez años. O sea -apunta-, nosotros estamos siempre en crisis y la crisis siempre les ocurre a los mismos".


           Los actores de 2 francos, 40 pesetas, en la presentación en Madrid                (Foto: Antonio De La Fuente)


Su hijo Pablo pertenece a una generación que representa el cambio, la apertura y la destrucción de las barreras ideológicas que marcaron la vida de sus padres. Pero ya no es lo mismo: ya no hay para todos y existe un sentimiento de rechazo anti-emigración. Será él quien arrastrará a toda la familia de vuelta a Suiza, encontrando en su camino otras formas de vida (una comuna alternativa por ejemplo) y descubriendo lo mucho que le queda por saber. 

Una película de humor social, un tipo de humor que lleva a reírse de todo en la dificultad y de reírse de cómo somos y de cómo nos ven o vemos. Una comedia coral que añade un trasfondo de catarsis que incide sobre temas que hoy están más de actualidad que nunca: la crisis económica que obliga a buscarse la vida fuera, pero que Iglesias analiza con esperanza y mucho casticismo, subrayando que de todo se sale. Retrata la España del ruído y del bullicio de esos años, revisitando tópicos y lugares comunes sobre la censura, el sexo, la religión, la política…, que ya forman parte a veces injustamente del imaginario colectivo. 



Propone cuestiones tales como dónde queda la identidad de los emigrantes o qué salida tienen los jóvenes en España. “2 francos, 40 pesetas” es una aventura donde se redescubre el valor de las raíces y la constante necesidad de aspirar a algo más fuera de nuestro entorno.

El neorrealismo de Berlanga (“Plácido”, 1961), y del guionista Azcona están presentes en toda la cinta. Magnífica la fotografía de Paco Sánchez Polo. La serie “Cuéntame” también ha demostrado que a los españoles nos gusta que nos hablen de nuestros recuerdos y de lo que fuimos. La película, ha sido rodada en seis semanas, cuatro de ellas en el cantón suizo de San Gallen, que junto con la televisión suiza y el valle de Toggenburg, han colaborado económicamente. 


          Los actores de 2 francos, 40 pesetas, en la presentación en Madrid                (Foto: Antonio De La Fuente)

María Molina

2 FRANCOS, 40 PESETAS***

Título original: 2 francos, 40 pesetas. Director: Carlos Iglesias. Guión: Carlos Iglesias. Intérpretes: Carlos Iglesias, Javier Gutiérrez, Nieve de Medina, Isabel Blanco, Ángela del Salto, Adrián Expósito, Luisber Santiago. Productora: GONA. Fotografía: Paco Sánchez Polo. Música: Mario de Benito. Año: 2014. País: España, Suiza. Estreno en España: 28/03/2014. Género: Comedia. 




lunes, 3 de marzo de 2014

HER, SOLEDAD 3.0: ÓSCAR AL MEJOR GUIÓN ORIGINAL

Her es una película romántica de la era 3.0, escrita y dirigida por Spike Jonze. El relato se centra en un hombre que se enamora de un sistema operativo informático. Her es el debut de Jonze como guionista individual , y revela de nuevo el talento y la brillantez con guiños de humor a la que nos tiene acostumbrados.

Ambientada en Los Ángeles, en el futuro cercano, la película muestra a Theodore Twombly (su papel creo que no hubiera podido bordarlo mejor otro más que Joaquin Phoenix), un hombre original y sensible que vive escribiendo conmovedoras cartas a los demás. Una fábula sobre la soledad en nuestra era global y tecnificada, que le pone en bandeja a Jonze plantearse qué es el amor, a quién amamos y por qué, y qué esperamos del otro y de nosotros mismos. ¿Es cuerpo? ¿Es sensibilidad? ¿Es alma? Precisamente en los límites difusos de la realidad y de la ficción podemos vernos retratados en esta fábula 3.0.


Twombly está con el corazón roto después terminar una larga relación con Catherine (Rooney Mara), porque acaba de divorciarse, y se siente intrigado por un nuevo y avanzado sistema operativo, el que promete ser una entidad intuitiva con cada usuario. Después de inicializarlo, Theodore queda encantado de conocer a «Samantha» (Scarlett Johansson), una voz femenina que es cercana, oportuna, perspicaz, sensible y sorprendentemente divertida. Mientras los deseos y las necesidades de ambos crecen, su amistad se transforma eventualmente en una relación de amor, que parece que colma todas sus carencias.

Joaquim Phoenix como Theodore Twombly

Curioso que Twombly escriba para y sobre los sentimientos de los demás, y su corazón esté desolado. Una constatación más de que tardamos bastante en entendernos y en asumir qué es lo que realmente y más profundamente anhelamos, o en asumir la frustración de no poseerlo. Por eso nos sentimos más cómodos en el mundo de los sueños, o de la ficción. Es una historia tierna y verdadera, que da qué pensar sobre nuestra indigencia como seres humanos.



Dos análisis de la soledad existencial en Her y soledad absoluta frente al riesgo también eRn el espacio en Gravity, ambas películas premiadas en los Oscars. La de Jonze con escenas memorables como el paseo por la playa, o sus reacciones ante la voz de Samantha: francamente genial.

Magnífica fotografía e iluminación, que nos trasladan a un mundo entre futurista, vintage y onírico, con una calidez que rodea la historia de ternura hacia los personajes, hacia la vida, hacia los agujeros del corazón, hacia el mundo. Y el fabuloso cartel también recoge esta actitud y la banda sonora de Arcade Fire.

Una película profunda y certera, emocionante. Enhorabuena, Jonze!

María Molina

HER****

Título original: Her. Director: Spike Jonze. Guión: Spike Jonze
Música: Arcade Fire, Owen Pallett. Intérpretes: Joaquim Phoenix, Rooney Mara,Scarlett Johansonn, Olivia Wilde, Amy Adams. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Productora: Sony Pictures Worldwide Acquisitions (SPWA) / Annapurna Pictures. Premios: Globo de Oro al Mejor Guión, Critic's Choice Movie Award al Mejor Guión Original,y Óscar al mejor Guión Original. País: EE.UU. Duración: 126 min.