martes, 18 de marzo de 2014

EL HIJO DEL OTRO****


Una película necesaria, con una lectura inteligente y llena de humanidad en clave de fábula o parábola aleccionadora: a veces conocemos y entendemos con más fuerza la sangrante realidad cuando la vemos al revés. El hijo del otro es una bellísima película sobre dos familias, una de origen judío y  otra palestino. De forma casual las dos madres, Orith (Emmanuelle Devos) y Leila (Areen Omari),  tuvieron sus hijos varones el mismo día en la ciudad de Haifa, y a raíz del desconcierto y las prisas en un bombardeo, fueron intercambiados. Han crecido cada uno en una familia que en realidad no era la suya. Se descubre por un examen de sangre que Joseph ha de hacerse para el ingreso en la mili en Tel Aviv, y se desencadena un problema de identidad, de incomprensiones y recelos.


El error del hospital se conoce aquí al principio de la trama: Joseph, el presunto hijo judío de un matrimonio formado por un coronel israelí y una médica de origen francés, se hace la revisión médica para cumplir con su servicio militar, pero su examen de sangre no es compatible con los datos genéticos de su padre. Es, en verdad, hijo de una pareja palestina, cuyo supuesto hijo Yassin (que en verdad no es palestino sino judío) regresa después de haber estudiado en París.


El mismo tema que abordó Hirokazu Kore-eda en su premiada película titulada Like Father, Like Son, donde dos matrimonios deben repensar y reconstruir sus vidas cuando se enteran de que en verdad sus hijos de 5 años no son sus hijos sino que fueron intercambiados por error en la maternidad del hospital. La premisa no es nueva -algo de eso hay también en clásicos como El príncipe y el mendigo (Mark Twain) o La comedia de las equivocaciones (William Shakespeare-, pero el maestro japonés expuso en toda su dimensión psicológica las contradicciones, dudas, rechazos, enojos, frustraciones y resentimientos de quienes hasta entonces tenían una existencia determinada y, a partir de esa revelación, se ven obligados a adaptarse (o no) a una nueva realidad, ya que los niños son aún pequeños.

En El hijo del otro el punto de partida es prácticamente el mismo, pero el problema es más agudo porque son mayores de edad, y por los alcances sociopolíticos y religiosos del conflicto palestino-israelí. Por ser ese lugar es mayor el conflicto íntimo, y las múltiples reacciones de los padres: el judío Alon (Pascal Elbé) y el palestino Saïd (Khalifa Natour), de los hermanos, de sus amigos, aunque curiosamente y dolorosamente lo asuman sus madres. La directora Lorraine Lévy (Mes amis, mes amours y La première fois que j'ai eu 20 ans) maneja la cuestión con bastante elegancia y recato, sin dejar caer el ritmo, aunque el tema de la aceptación del otro, del distinto puede resultar casi una utopía, pero es posible “ser hijos de Abraham, un mismo padre”, es posible cantar lo mismo.


Las dos familias entran en contacto y somos testigos de su desasosiego, sus problemas culturales, religiosos, identitarios, el peso de la tradición, de la violencia, de la guerra. Vemos las intrigas, la falta de aceptación por parte de ciertos miembros de la familia que los mantienen en una situación de gran angustia. Lorraine Levy trata el tema con mucha delicadeza y es evidente que desea ver en el desenlace del film una solución al problema político de ambos países, por medio de la comprensión, la amistad, el entendimiento. El tema está bien tratado y con un ritmo adecuado, aunque se pueda considerar imposible tratar sobre la paz, la tolerancia y el respeto en aquél lugar del mundo. Vale la pena verla.


María Molina

EL HIJO DEL OTRO
Título original: Le fils de l'autre. Dirección Lorraine Lévy.  Guión: Lorraine Lévy, Nathalie Saugeon. Intérpretes: Emmanuelle Devos, Pascal Elbé, Jules Sitruk, Mehdi Dehbi, Areen Omari. Fotografía: Emmanuel Soyer. Montaje: Sylvie Gadmer. Director de Arte: Noa Roshovsky. Vestuario: Valérie Adda. Producción: Eric Amouyal, Raphael Verdugo, Virgínie Lacombe. País: Francia, 2012. Duración: 105 min. 

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