domingo, 27 de septiembre de 2015

SPARROWS, DE RÚNARSSON GANA LA CONCHA DE ORO EN EL 63 FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

Pobres gorriones, en manos de adultos devastados. O, como abría con frase lapidaria Igmar Bergman en la película Infiel “nada marca más a un ser humano que un divorcio”. La falta de comunicación, la violencia, las relaciones entre progenitores y su prole y la adolescencia ha sido una constante en el Festival de San Sebastián #63SSIFF.



Sparrows, es un auténtico drama evitable, lo mires por donde lo mires. En la dureza de una vida sin noche, en medio de un paisaje de belleza extrema, al noroeste de Islandia, transcurre esta película. Su protagonista es un adolescente que se ve obligado a volver a vivir con su padre, un hombre alcohólico, en la remota región de los fiordos occidentales, en Islandia, tras marcharse su madre –con la que vivía tras el divorcio de sus padres- con otra pareja a Somalia. Con una banda sonora de Sigur Rós, que termina por conseguir una atmósfera opresora y depresiva en espacios abiertos. “En esa zona de Islandia, a unos doscientos kilómetros de Groenlandia, la falta de luz en invierno hace que la gente beba más de la cuenta, y en verano, por la falta de oscuridad, también”, explicó el realizador el día de la presentación de su drama. Pero es que Rúnarsson retrata cargando las tintas a una panda de adultos? Que parecen emergidos del Paleolítico inferior, haciendo de su vida un despropósito, y –lo peor- teniendo menores a su cargo como único referente inmediato.

                              Atli Óskar Fjalarsson

Pero lo peor, es que en Islandia  “uno de cada cuatro hombres y una de cada seis mujeres van a Alcohólicos Anónimos", apunta Rúnarsson, que asegura que todo lo que cuenta es “la pura realidad, de hecho está basada en experiencias propias”. Ketamina y violaciones en una isla aparentemente idílica. Escenas explícitas de sexo violento. Qué desolación, pobres gorriones en manos de esos adultos, sin referentes para su vida. Y aún así, deben salir adelante. Deben rebelarse contra esa devastación nihilista.



Se trata de la segunda película de Rúnar Rúnarsson, que llegó a los Oscar con un corto en 2004. Éste drama paterno filial, tierno en su protagonista, cruel en su realidad de alcohol y drogas para escapar del aburrimiento vital del solsticio de verano y de la soledad de los fiordos, y a vidas sin trascendencia alguna, sin horizontes de superación y apertura a los demás, ha emocionado al jurado presidido por la actriz danesa Paprika Steen, de entre una quincena de películas con un nivel medio bastante regular.


Rúnarsson ha ido de festival en festival en su carrera. Con su primer trabajo, ‘Volcano’, participó en la Quincena de Realizadores de Cannes en 2011 Y ganó la Camera d'Or. Con el segundo, Concha de Oro..¿Y cómo acabó la 63ª edición? Pues más o menos como Sparrows. Al menos, como la definía su director: “No queríamos un final feliz porque la vida no es así, siempre hay sombras a la vuelta de la esquina". Demasiada oscuridad, demasiada mediocridad.

SPARROWS**
Director: Rúnar Rúnarsson. Guión: Rúnar Rúnarsson. Intérpretes: Atli Óskar Fjalarsson, Ingvar E. Sigurðsson, Kristbjörg Kjeld, Rade Šerbedžija. Producción: Nimbus Film. Fotografía: Sophia Olsson. Montaje: Jacob Schulsinger. Música: Sigur Ros, Kjartan Sveinsson. Duración: 99 min. País: Dinamarca-Croacia-Islandia. Público: Adultos

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