martes, 2 de abril de 2013

ARTE QUE SALVA EN LA CÁRCEL: CÉSAR DEBE MORIR

Llevar el arte a las cárceles, la literatura, la historia, el teatro. Abrir ventanas a lo que trasciende al ser humano. Radical y trágico Shakespeare, lineal y sobrio en una cárcel. Una idea arriesgada pero necesaria en la Sección Zabaltegui Perlas en el 60 Festival de Cine de San Sebastián. En el teatro de la cárcel Rebibbia de Roma, acaba de terminar la representación de Julio César, de Shakespeare; el público aplaude entusiasmado. Las luces se apagan y los actores vuelven a su condición de presos camino de las celdas.

 
                                   Los actores saludan al final de la representación

Seis meses antes el director de la penitenciaría y un director de teatro se dirigen a los presos para hablarles de un nuevo proyecto, la escenificación de Julio César en la cárcel. El primer paso es el reparto. El segundo, el estudio del texto. El idioma universal de Shakespeare, los dramas y las pasiones humanas tal y como las retrata, ayuda a los presos a identificarse con los personajes. Es un camino largo, difícil, plagado de ansiedad y de esperanza. Implica de cada uno su concentración, memoria, aprendizaje, expresión corporal, revivir su propia tragedia, sus mostruos y su dignidad de seres humanos, sea lo que sea que hayan hecho.
Estos suelen ser los sentimientos que invaden a los presos en sus celdas después de los ensayos.

Muchos de ellos cometieron homicidios, pertenecieron al crimen organizado, traficaron con drogatienen pesadas condenas, y están aprendiendo los textos de Shakespeare, sus dilemas morales, la conciencia de sus actos. ¿Quién es Giovanni, el hombre que encarna a César? ¿Y quién es Salvatore, convertido en Bruto? ¿Qué han hecho para estar condenados a prisión? Resulta impresionante ver cómo encarnan con esfuerzo a sus personajes y cómo se cuestionan lo que hicieron y qué es su vida. Al menos lo reconocen y lo penan: a otros nos los seguimos cruzando por la calle.

              Escenas rodadas en la cárcel de Rebibbia, Roma

Magnífica puesta en escena coral en un no-lugar del cine, un no-lugar para la ficción como puede ser hacer teatro en una cárcel. Debe de haber resultado muy gratificante dirigir esta película con estos hombres. Película interesantísima para ver.

Nacidos en San Miniato (Pisa), los hermanos Taviani siempre han coescrito y codirigido sus películas. Empezaron a trabajar en los años sesenta, y han dirigido obras de ficción y documentales. Fueron galardonados con la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1977 por la película Padre padrone (Padre patrón), y con el Gran Premio del Jurado en 1982 por La notte di San Lorenzo (La noche de San Lorenzo). En 1986, el Festival de Venecia les honró con el León de Oro a toda una carrera. Su última película, Cesare deve morire (César debe morir), obtuvo el Oso de Oro en la pasada edición del Festival de Berlín y cinco premios David di Donatello.

CÉSAR DEBE MORIR****

Ttulo original: Cesare deve morire. Director: Paolo Taviani, Vittorio Taviani. Guión: Paolo Taviani, Vittorio Taviani (Con la colaboración de Fabio Cavalli). Intérpretes: Cosimo Rega, Salvatore Striano, Giovanni Arcuri, Antonio Frasca, Juan Dario Bonetti, Vittorio Parrella. Producción: Grazia Volpi (Kaos Cinematografica), Donatella Palermo (Stemal Entertainment) y Agnese Fontana (Le Talee). Fotografía: Simone Zampagni. Montaje: Roberto Perpignani. Música: Giuliano Taviani, Carmelo Travia. Duración: 76 min. País: Italia. Género: Drama. Público: Adultos.


 

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