THE SLEEPER: EL CARAVAGGIO PERDIDO *****
El
protagonista de esta película documental es un cuadro, lo que se llama en el
argot profesional un dormido, “sleeper”. La familia Pérez de Castro no sabía que en su
salón de su casa madrileña estaba expuesta una joya que podría llegar a valer
hasta 300 millones de euros. Desconociendo su verdadero valor, oscurecido por
el paso del tiempo, y simplemente por razones pragmáticas de un cambio de
vivienda, puso a la venta este Ecce Homo en una casa de subastas de
Madrid por 1.500 euros.

La acción comienza cuando el cuadro aparece en el catálogo
de la subasta y anticuarios y expertos italianos lo reconocen como el
Caravaggio perdido. Se inicia entonces una trepidante carrera para hacerse
con el Sleeper, antes que nadie, lo que conlleva una especial y sagaz
capacidad de negociación, prestigio y alcance en contactos con los mejores
expertos mundiales.
De la mano del marchante Jorge Coll y sus socios, y con un acceso exclusivo, el
equipo de la película, siguió desde dentro durante tres años, la restauración, el
proceso de investigación y estudio de expertos historiadores del arte
internacionales para llegar a la atribución, y finalmente la venta de esta obra
de arte a un comprador privado que hasta entonces había permanecido en las
sombras. Un documental que nos abre las puertas al fascinante mercado del arte
y a todos sus entresijos, incluido el papel del Estado en los entresijos de la
compra de una obra de arte de esa magnitud.
The Sleeper. El Caravaggio Perdido se deja ver como
un auténtico "thriller" documental desarrollado en el escondido y
exclusivo mundo del mercado del arte antiguo. Álvaro Longoria, su director,
consigue interesar y mucho, con una agilidad en la trama que hace que sigamos
la historia maravillados. La aparición de un posible nuevo cuadro de Caravaggio
es un acontecimiento que trasciende el mundo del arte. La historia de este Ecce
Homo es digna de una película de Hollywood, una historia plagada de
intrigas y enredos. Todo empieza con una familia madrileña que no sabía que en
su salón estaba expuesta una joya que podría llegar a valer más 300 millones de
euros.
No estamos hablando de cualquier artista ni de cualquier
obra de arte: estamos hablando del fantástico pintor barroco Michelangelo
Merisi Caravaggio. Il Caravaggio revolucionó la pintura en un sentido
realista y tuvo influencia fundamental en numerosos artistas del siglo XVII. Aprendiz
de Simone Peterzano de 1584 a 1588, aprovechó también las propuestas de otros
pintores lombardos. A mediados de 1592 se trasladó a Roma, donde no existen
noticias documentales directas hasta 1599. Con Giuseppe Cesari, llamado “Caballero
de Arpino”, formó compañía para vender sus obras, de pequeño tamaño, con la
figura sola de un muchacho representado con todo realismo, incluidas luces
desde la izquierda y colores claros. "La buenaventura" (Pinacoteca
Capitolina, Roma) y "Los tramposos" (Kimbell Art Museum, Fort Worth,
Texas) que suscitaron la atención del cardenal Francisco del Monte hacia
1595, su mecenas hasta 1600. Gran amante de las artes, le encargó varias obras
de género (“Música”, Metropolitan Museum of Art, Nueva York), religiosas
("Santa Catalina", Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid) o mitológicas
(decoración de su casino) y le proporcionó otros distinguidos clientes: el
cardenal Borromeo ("Cesto con frutas", Pinacoteca Ambrosiana, Milán),
el banquero Costa, el marqués de Giustiniani y los cardenales Barberini y
Aldobrandini.
Hacia 1598 va oscureciendo los fondos y abandona la claridad
precedente, con un mayor dominio espacial y más emoción dramática. El propio
del Monte facilitó en 1599 su primer encargo de carácter público: las pinturas
de San Mateo de la capilla Contarelli (San Luis de los Franceses, Roma). Aunque
no estaba acostumbrado a los grandes lienzos y figuras numerosas, consiguió
obras maestras que le hicieron famoso como “La vocación de San Mateo” y “Martirio”
por su interpretación radicalmente cristiana y de humano realismo. En 1600 recibe
encargo público del cardenal Cerasi para su capilla de Santa Maria del Popolo:
"Vocación de San Pablo" y "Martirio de San Pedro", que
confirmaron su capacidad para interpretar el hecho sagrado con insuperable
emoción dramática, como situación trascendental en la vida del hombre. Los
hermanos Mattei, entre 1601 y 1605 se convirtieron en sus nuevos mecenas
("Cena en Emaús", 1601, National Gallery, Londres; "Prendimiento
de Cristo", 1602, National Gallery of Ireland, Dublín). Realiza para el gran
coleccionista Giustiniani ("Amor vencedor", 1601-1602, Staatliche
Museen, Berlín; "Incredulidad de Santo Tomás", hacia 1602, Schloss
Sanssouci, Potsdam). También otros encargos para iglesias romanas: "Santo
entierro" (1603-1604, Chiesa Nuova), "Virgen de los peregrinos"
(1605, Sant'Agostino), "Virgen de los palafreneros" (1605-1606,
Galleria Borghese, Roma), "Muerte de la Virgen" (1605-1606, Musée du
Louvre, París); además de conseguir encargos privados con San Juan Bautista,
San Jerónimo y San Francisco como protagonistas.
En mayo de 1606, el pintor mató en legítima defensa a
Ranuccio Tomassoni, jefe de una banda de facinerosos. Huye de Roma a
territorios de los Colonna y fue condenado a “pena de extrañamiento de los
territorios pontificios” durante tres años. En Nápoles (octubre de 1606 a julio
de 1607) pintó "Las siete obras de misericordia" (Pio Monte della
Misericordia), "Flagelación" (Museo Nazionale di Capodimonte,
Nápoles) y "Crucifixión de San Andrés" para el conde de Benavente
(Cleveland Museum of Art). En Malta (hasta 1608) hizo retratos del gran maestre
Alof de Wignacourt (Louvre) y la gran "Degollación del Bautista"
(Museo de la catedral de La Valletta), obra cumbre, de trágica desolación en la
muerte del inocente. En Sicilia (hasta octubre de 1609) pintó "Entierro de
Santa Lucía" para su iglesia de Siracusa, "Resurrección de
Lázaro" y "Adoración de los pastores" (Museo Regionale di
Messina), y "Nacimiento con San Lorenzo y San Francisco" para San
Lorenzo de Palermo. Regresó a Nápoles, donde continuó pintando intensamente
("Salomé con la cabeza del Bautista", Palacio Real, Madrid) hasta
mayo ("Martirio de Santa Úrsula", depositada en Capodimonte, para
Marcantonio Doria). Había enviado un "David con la cabeza de Goliat"
al cardenal Borghese, prefecto de Gracia y Justicia, como muestra de
arrepentimiento. Esperando el perdón prometido, salió de Nápoles hacia Roma,
pero seguramente a causa de una disentería, murió el 18 de julio de 1610 en
Porto Ercole, frontera con los Estados Pontificios.
Tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=w5qurx3EZz4