SPARROWS, DE RÚNARSSON GANA LA
CONCHA DE ORO EN EL 63 FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN
Pobres gorriones, en manos de
adultos devastados. O, como abría con frase lapidaria Igmar Bergman en la
película Infiel “nada marca más a un ser humano que un divorcio”. La falta de
comunicación, la violencia, las relaciones entre progenitores y su prole y la
adolescencia ha sido una constante en el Festival de San Sebastián #63SSIFF.
Sparrows, es un auténtico drama
evitable, lo mires por donde lo mires. En la dureza de una vida sin noche, en
medio de un paisaje de belleza extrema, al noroeste de Islandia, transcurre esta
película. Su protagonista es un adolescente que se ve obligado a volver a vivir
con su padre, un hombre alcohólico, en la remota región de los fiordos
occidentales, en Islandia, tras marcharse su madre –con la que vivía tras el
divorcio de sus padres- con otra pareja a Somalia. Con una banda sonora de
Sigur Rós, que termina por conseguir una atmósfera opresora y depresiva en
espacios abiertos. “En esa zona de Islandia, a unos doscientos kilómetros de
Groenlandia, la falta de luz en invierno hace que la gente beba más de la
cuenta, y en verano, por la falta de oscuridad, también”, explicó el realizador
el día de la presentación de su drama. Pero es que Rúnarsson retrata cargando
las tintas a una panda de adultos? Que parecen emergidos del Paleolítico
inferior, haciendo de su vida un despropósito, y –lo peor- teniendo menores a
su cargo como único referente inmediato.
Atli Óskar Fjalarsson
Pero lo peor, es que en Islandia “uno de cada cuatro hombres y una de cada seis
mujeres van a Alcohólicos Anónimos", apunta Rúnarsson, que asegura que
todo lo que cuenta es “la pura realidad, de hecho está basada en experiencias
propias”. Ketamina y violaciones en una isla aparentemente idílica. Escenas
explícitas de sexo violento. Qué desolación, pobres gorriones en manos de esos
adultos, sin referentes para su vida. Y aún así, deben salir adelante. Deben
rebelarse contra esa devastación nihilista.
Se trata de la segunda película
de Rúnar Rúnarsson, que llegó a los Oscar con un corto en 2004. Éste drama
paterno filial, tierno en su protagonista, cruel en su realidad de alcohol y
drogas para escapar del aburrimiento vital del solsticio de verano y de la
soledad de los fiordos, y a vidas sin trascendencia alguna, sin horizontes de
superación y apertura a los demás, ha emocionado al jurado presidido por la
actriz danesa Paprika Steen, de entre una quincena de películas con un nivel
medio bastante regular.
Rúnarsson ha ido de festival en
festival en su carrera. Con su primer trabajo, ‘Volcano’, participó en la
Quincena de Realizadores de Cannes en 2011 Y ganó la Camera d'Or. Con el segundo, Concha de Oro..¿Y
cómo acabó la 63ª edición? Pues más o menos como Sparrows. Al menos, como la
definía su director: “No queríamos un final feliz porque la vida no es así,
siempre hay sombras a la vuelta de la esquina". Demasiada oscuridad, demasiada mediocridad.
SPARROWS**
Director: Rúnar Rúnarsson. Guión: Rúnar Rúnarsson. Intérpretes: Atli Óskar Fjalarsson, Ingvar E. Sigurðsson, Kristbjörg Kjeld, Rade Šerbedžija. Producción: Nimbus Film. Fotografía: Sophia Olsson. Montaje: Jacob Schulsinger. Música: Sigur Ros, Kjartan Sveinsson. Duración: 99 min. País: Dinamarca-Croacia-Islandia. Público: Adultos
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