EL NIÑO Y LA GARZA/KIMITACHI WA DO IKIRUKA (PREMIO DONOSTIA SSIFF 71)
Un joven llamado Mahito, que añora a su madre, se aventura
en un mundo compartido por los vivos y los muertos. Allí, la muerte llega a su
fin y la vida encuentra un nuevo comienzo. Una fantasía semiautobiográfica
sobre la vida, la muerte y la creación, en homenaje a la amistad, de la mente
de Hayao Miyazaki.
Parece que, a sus 82
años, llega el adiós de Mizayaki (aunque tiene otra película en ciernes). El
chico y la garza es otra de las muestras de su cosmogonía anárquica, trágica
y especial.
Una vida dentro de
la vida, un viaje a través de su peculiar espejo lleno de referencias
culturales japonesas, que tanto seguidores tiene en todo el mundo. La vida que
sueño, la vida que vivo y cómo la vivo. Una película de animación del estudio
Ghibli, fundado por Hayao Miyazaki, que sigue siendo artesano, empresario y
genio del cine, pionero del cine de animación y 'padre' de Totoro, Mononoke y
Chihiro.
Se publica también
un nuevo libro a modo de ayuda para desentrañar su proceso creativo y las
claves de su éxito mundial. Ganador de dos Oscar, uno de ellos honorífico, del
Oso de oro de Berlín y del León de Oro a toda su carrera en Venecia.
El universo del
manga, son historietas fantásticas y caóticas en las que se refugió durante una
niñez particularmente difícil, postrado en cama durante largas temporadas
debido a una grave enfermedad. Afirma Mizayaki: «Me enamoré por primera vez del
anime cuando vi La leyenda de la serpiente blanca. Todavía recuerdo la
sensación de angustia que sentí ante la increíble belleza de la joven
protagonista femenina y cuánto deseé ver la película una y otra vez».
Su particular estética
mezcla el hiperrealismo en los escenarios y el diseño de los personajes humanos
con el derroche de imaginación de criaturas y seres fantásticos. Sus personajes
están marcados por emociones y pérdidas, por anhelos y búsquedas. «El animador
debe crear una mentira que parezca real para que los espectadores piensen que
un mundo dibujado podría existir», dejó escrito en 1979.
Más allá de los
colores, los trazos y el trasfondo fantástico de la mayoría de sus películas,
las constantes creativas de Miyazaki se mantienen inalteradas en el tiempo. A
lo largo de 124 minutos, vuelve a trazarnos un nudo dentro de muchos nudos, con
un sentido de interconexión de los mundos reales e irreales, lleno de fantasía
desbordante: «Las películas fáciles de entender son aburridas, las tramas
lógicas sacrifican la creatividad», e invita a sumergirse en un mundo de cuento
y leyenda, de personajes y animales antropomórficos interminable.
Como niños ávidos
de historias de ficción, nos lleva de la mano a su cosmovisión donde se dan la
mano la ecología, otros mundos posibles, la lucha entre el bien y el mal.
Para los seguidores
de Mizayaki, una película imperdible; para los que lo descubren por primera
vez, su fantasía te atrapa como un imán.
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