El cinismo de Woody Allen sigue intacto. Esta vez su tesis
es –como en otras ocasiones, pero recreando otra atmósfera de divertimento en
los felices años 20- la capacidad de sugestión y seducción que posee lo
irracional para el ser humano: de la magia, esoterismo y espiritismo; de lo
espiritual (en el mismo saco); del amor. Magia
a la luz de la luna no sólo invita a recordar hasta qué punto han sido
recurrentes en su filmografía las escenas de magia o las irrupciones
sobrenaturales, sino que desvela algo importante acerca de esa insistencia
temática: para Allen, lo sobrenatural es una mentira necesaria, un placebo para
paliar ese silencio de Dios que su cine nunca ha contemplado de manera trágica
y existencialista. Lo sobrenatural es sólo el espejismo que anticipa aquella
fuerza de la irracionalidad que es, en definitiva, lo único que puede convertir
toda vida en algo imprevisible, único e inolvidable: el amor. Osea, valga lo
irracional, pero sólo en el amor.
El reconocido hechicero chino Wei Ling Soo es en realidad
Stanley Crawford (Colin Firth en registro histriónico pero adorable), un
británico que odia a aquellos que afirman poder hacer magia. Animado por un
amigo de profesión de toda la vida,
Stanley viajará a una mansión de la Costa Azul donde se aloja la joven vidente norteamericana
Sophie Baker (Emma Stone), con el objetivo de poner a una multimillonaria viuda
en contacto con su difunto esposo. Cuando el británico conoce a Sophie cree que
pronto averiguará todos sus trucos para desenmascarla. Sin embargo, a medida
que pasan los días la joven demuestra sus grandes dotes con todo tipo de hazañas.
Ante estos sucesos Stanley comenzará a pensar que los poderes de Sophie son
ciertos. Y, si eso fuera así, todo en lo que él cree se derrumbaría por
completo.
Emma Stone y Colin Firth en Magic in the Moonlight
Magia a la luz de la
luna propone un juego -del mago
de lo lúdico y de las palabras como es Woody Allen- a partir de un sustrato
temático en el marco de una comedia romántica en desaceleración melancólica de
una screwball comedy. Las dos
posiciones en conflicto son una afectada y agresiva racionalidad, incluso
triste, encarnada en Stanley Crawford, al modo de Houdini, que ha decidido
emprender su cruzada personal contra charlatanes y embaucadores en nombre del
Más Allá, y contra una efervescente (y sólo supuesta) irracionalidad ceñida en la
juventud, por un lado; y por el otro, la
mirada cautivadora de una joven vidente o espiritista fraudulenta en
estratégico proceso de seducción. La seducción de la impostura –aun siéndola- porque
en este caso es bella y contempla la realidad de una forma fresca y fascinante, a las personas y al mundo con mirada pletórica y radiante.
Woody Allen en pleno rodaje de Magic in the Moonlight
En el último tramo de su carrera, a
los 79 años recién cumplidos, Woody Allen parece entregado a la estimulante
labor de desmontarse a sí mismo, volver sobre viejos temas y obsesiones,
reformularlos no en busca de decir la última palabra sobre el particular u
obtener la obra definitiva, sino de proponer un nuevo matiz o, simplemente, un
nuevo juego.
Magia a la luz de la
luna propone un discurso tan lúcido como el que Medianoche en París (2011) formuló
a partir de las trampas de la nostalgia, pero esta vez menos redondo que
aquella, y sin embargo da mucho que pensar. La mentalidad contemporánea detesta
y arremete contra la irracionalidad de forma selectiva; sin embargo hay una
clave interesante para su apertura a lo espiritual tachado a priori como “irracionalidad”,
y es que cuando se ama da igual lo racional que el asunto sea, incluso Dios.
Sin embargo Woody Allen sigue sosteniendo “yo soy un ateo
estricto y no creo en esas cosas. Tengo una visión freudiana del mundo. Una vez
coincidí en televisión con Billy Graham, el gran evangelista, y estuvimos
discutiendo acaloradamente. Me dijo: «Cuando yo muera, aunque Dios no exista,
habré vivido una vida mejor que la suya». Y eso es lo triste, que tiene razón.
Yo he llevado una vida muy triste, sin esperanza, aterrorizado, una vida sin
significado. Sin posibilidades de que haya un Dios o una vida después de la
muerte. Dentro de no mucho tiempo el Sol se consumirá y el Universo entero se
esfumará”. O también: “hago cine para no pensar en la muerte”… pero sí piensa en
la muerte en realidad. ¡El ateo Woody Allen se está planteando cuestiones
serias!
MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA****
Dirección: Woody Allen. Intérpretes: Colin Firth, Emma
Stone, Marcia Gay Harden, Simon McBurney, Catherine McCormack, Eileen Atkins,
Hamish Linklater. Género: comedia. EE UU, 2014. Duración: 97 minutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario