Dos amigos, Giorgio y Giuseppe, estudiantes de Medicina en el Nápoles de principios de siglo XX. Dos procedencias, dos talentos, dos vidas. La película arranca con una memorable escena de una carrera desde la biblioteca de la Facultad hasta el mar por las calles empinadas de Nápoles: competencia, amistad, compenetración.
Moscati elige la Medicina al perder a su hermano: piensa que el cuerpo humano, con su belleza y con sus maravillosas posibilidades no debe rendirse ante la enfermedad; y él va a a aplicarse estudiando a fondo la bioquímica fisiológica, siendo pionero en investigación, junto a una desbordante humanidad y olvido de sí mismo ante cada paciente.
Moscati, el médico de los pobres, es la biografía cinematográfica de Giuseppe Moscati (1880-1927), llamado el médico de los pobres. Se estrenó en Italia como miniserie de dos capítulos en 2007 de la RAI, y posteriormente se ha lanzado al mercado internacional como película. Giacomo Campiotti, el director, ha reflejado las contradicciones de una época convulsa, de la decadencia nobiliaria, de la rebeldía ante la tradición, del cientificismo como única creencia y del escepticismo acerca de Dios, y de una persona desconcertante por su bondad, profesionalidad y entrega a los enfermos.
Sobre las paradojas de la ciencia y de la existencia de Dios, en una secuencia de la película, el protagonista y su mentor, un viejo doctor, charlan ante el microscopio tras la muerte de un niño a causa del tétanos. “El tétanos no es ni dulce ni amargo, ni bueno ni malo. Solo es una bacteria, un ser vivo que tu Dios, si es que existe, ha creado, y que ha acabado matando a un niño”, espeta el anciano con evidente provocación. Y, sin embargo, el tema se reabre cuando, en los últimos instantes de vida del ateo profesor, precisamente él le pide a su pupilo que rece por él, en un momento de religiosidad a la hora de la agonía. Y le reza un Padrenuestro. La vida de Moscati sin embargo cuenta con Dios. “Dios nos ha dado todo y nos pasará cuenta de cómo hemos gastado sus dones”. Lo que transforma el mundo no es la fuerza, sino la caridad. El viejo profesor y director del hospital, a pesar de su agnosticismo, admira y estima a Moscati. “Nunca me he encontrado con ese Dios tuyo”; “pero va buscándole cada mañana con su telescopio”.
Cómo sobrecoge y noquea la bondad de las personas: esto resulta más convincente que cualquier discurso inflamado y racional. Moscati llega a olvidarse de su vida sentimental, de su futuro personal y social, entregado totalmente a salvar vidas: reacciona ante el dolor y ante cualquier ser humano con compasión y heroísmo: ante una erupción del Vesubio que provoca destrucción y muerte, en los últimos días de vida de gente marginal y pobre, ante “los deheredados” de la sociedad. Y no es que no sea de este mundo; siente y padece: experimenta la pasión amorosa como cualquiera, la impotencia ante la enfermedad grave, la rebeldía ante el dolor y la muerte.
Giuseppe Moscati, Princesa Helena y Giorgio
Campiotti relata la vida de un médico con una vocación arrolladora, que sabe de amistad por encima de toda barrera psicológica o social, sintiendo por el paciente interés, respeto y cariño, manifestaciones de indudable valor terapéutico. La frialdad o indiferencia, el gesto hostil o displicente, despiertan efectos negativos. Un médico que se topa con los límites de la salud, del bienestar, de la ética, de la dignidad y de la vida. “Mi vida está al lado de los enfermos”, “la sonrisa de mis pacientes vale más que todas las atracciones”. No es exigible a la que iba a ser su mujer, la princesa Helena compartir en grado elevado el concepto y la implicación personal de Moscati con la enfermedad y la muerte. “Tengo que estar con los que me necesitan. Mi vida no es toda mía”. Es un buen médico, el mejor de Nápoles, pero nunca podrá ser un buen marido. “Yo quiero dedicarme a mi función médica con todas mis fuerzas, con toda la disponibilidad posible”. Otra emotiva interpretación fue la que Robin Williams hizo en Despertares (Penny Marshall, 1990), film basado en la figura del doctor Oliver Sacks, médico capaz de ver vida en el interior de pacientes en estado de coma y tratar de sacarla fuera.
La llamada vocacional es fuerte, muy fuerte, en el alma del doctor Moscati. Su respuesta ha de ser absoluta e indeleble. “Tenemos que hacer lo que nos toca, sólo debemos responder”. “La vida dura un instante, todo en la vida tiene su fin”; “busca sobre todo la verdad, sé tu mismo, sin miedo, sé fuerte, la muerte no es el fin sino el principio”.
MOSCATI, EL MÉDICO DE LOS POBRES****
Título original:
Giuseppe Moscati: L'amore che guarisce. Dirección: Giacomo Campiotti. Guión: Giacomo Campiotti, Fabio Campus, Carlotta Ercolino, Gloria Malatesta, Claudia Sbarigia, Lucia Maria Zei, Intérpretes: Beppe Fiorello, Kasia Smutniak, Ettore Basi, Paola Casella, Giorgio Colangelli, Marco Gambino, Emanuela Grimalda, Antonella Stefanucci, Giuseppe Zeno. Productora: Sacha Films. Género: Drama. Italia, 2007. Duración: 127 minutos. Estreno en España, 2013. Público: Todos.
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