UTAMA
Muy Buena.
Crítica
Todos los públicos.
Utama significa “nuestro hogar” en aymara. En el
altiplano boliviano, una pareja de ancianos quechuas lleva años viviendo la
misma vida cotidiana. Una vida de trabajo pastoreando llamas, sembrando,
recolectando. Juntos.
El sonido de los silencios. La respiración. La soledad de
los páramos. La quietud. El agua y su ausencia. El simbolismo del cóndor cuando
se siente desfallecido. Una poética a escala humana.
Recuerda a las películas contemplativas como Dersu Urzala,
donde los silencios, las miradas y la naturaleza hablan a su modo, pero con una
honestidad y una profundidad sobrecogedoras.
Durante una sequía inusualmente larga, Virginio y su esposa
Sisa se enfrentan a un dilema: resistir o ser derrotados por el entorno y el
propio tiempo. El problema de los lugares vaciados, provocando la huida a las ciudades,
a su pesar. Un retrato de resiliencia, de búsqueda, de creencias ancestrales.
La gravedad del cambio climático, los extremos que
provocamos y la necesidad del cuidado de la casa común, la casa de todos. Un
mix entre western, fotografía de Loayza y las inmensidades desoladas de Sebastiao
Salgado. Pero con la fuerza de la América del realismo mágico, de los silbidos
del viento en los páramos, donde vive gente.
Los Loayza, Santiago, Marcos y Alejandro, a la búsqueda del proyecto
Planeta Bolivia dieron con este lugar, estas gentes, esta historia. En el
municipio de Santiago de Chuvica, que ya no quedará silenciado. Consciencia y
conciencia. Historia de amor y de presencia. Y de ausencias.
Un sentimiento de agradecimiento y de dignidad nos une
cuando ves estas imágenes de Loayza, que ya ha triunfado en la última edición
de Sundance.
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