Una película necesaria, con una lectura inteligente y llena
de humanidad en clave de fábula o parábola aleccionadora: a veces conocemos y
entendemos con más fuerza la sangrante realidad cuando la vemos al revés. El hijo del otro es una bellísima película sobre dos
familias, una de origen judío y otra
palestino. De forma casual las dos madres, Orith (Emmanuelle Devos) y Leila
(Areen Omari), tuvieron sus hijos
varones el mismo día en la ciudad de Haifa, y a raíz del desconcierto y las
prisas en un bombardeo, fueron intercambiados. Han crecido cada uno en una
familia que en realidad no era la suya. Se descubre por un examen de sangre que
Joseph ha de hacerse para el ingreso en la mili en Tel Aviv, y se desencadena un
problema de identidad, de incomprensiones y recelos.
El error del hospital se conoce aquí al principio de la
trama: Joseph, el presunto hijo judío de un matrimonio formado por un coronel
israelí y una médica de origen francés, se hace la revisión médica para cumplir
con su servicio militar, pero su examen de sangre no es compatible con los
datos genéticos de su padre. Es, en verdad, hijo de una pareja palestina, cuyo
supuesto hijo Yassin (que en verdad no es palestino sino judío) regresa después
de haber estudiado en París.
El mismo tema que abordó Hirokazu Kore-eda en su premiada película
titulada Like Father, Like Son, donde dos matrimonios deben repensar y
reconstruir sus vidas cuando se enteran de que en verdad sus hijos de 5 años no
son sus hijos sino que fueron intercambiados por error en la maternidad del
hospital. La premisa no es nueva -algo de eso hay también en clásicos como El príncipe y el mendigo (Mark
Twain) o La comedia de las
equivocaciones (William Shakespeare-, pero el
maestro japonés expuso en toda su dimensión psicológica las contradicciones,
dudas, rechazos, enojos, frustraciones y resentimientos de quienes hasta
entonces tenían una existencia determinada y, a partir de esa revelación, se
ven obligados a adaptarse (o no) a una nueva realidad, ya que los niños son aún
pequeños.
En El hijo del otro el punto de partida es
prácticamente el mismo, pero el problema es más agudo porque son mayores de
edad, y por los alcances sociopolíticos y religiosos del conflicto
palestino-israelí. Por ser ese lugar es mayor el conflicto íntimo, y las múltiples
reacciones de los padres: el judío Alon (Pascal Elbé) y el palestino Saïd
(Khalifa Natour), de los hermanos, de sus amigos, aunque curiosamente y
dolorosamente lo asuman sus madres. La directora Lorraine Lévy (Mes amis, mes amours y La première fois que j'ai eu 20 ans) maneja la cuestión con bastante elegancia y
recato, sin dejar caer el ritmo, aunque el tema de la aceptación del otro, del
distinto puede resultar casi una utopía, pero es posible “ser hijos de Abraham,
un mismo padre”, es posible cantar lo mismo.
Las
dos familias entran en contacto y somos testigos de su desasosiego, sus
problemas culturales, religiosos, identitarios, el peso de la tradición, de la
violencia, de la guerra. Vemos las intrigas, la falta de aceptación por parte
de ciertos miembros de la familia que los mantienen en una situación de gran
angustia. Lorraine Levy trata el tema con mucha delicadeza y es evidente que
desea ver en el desenlace del film una solución al problema político de ambos
países, por medio de la comprensión, la amistad, el entendimiento. El tema está
bien tratado y con un ritmo adecuado, aunque se pueda considerar imposible tratar
sobre la paz, la tolerancia y el respeto en
aquél lugar del mundo. Vale la pena verla.
María
Molina
EL HIJO DEL OTRO
Título original: Le fils de l'autre. Dirección Lorraine
Lévy. Guión: Lorraine Lévy, Nathalie
Saugeon. Intérpretes: Emmanuelle Devos, Pascal Elbé, Jules Sitruk, Mehdi Dehbi,
Areen Omari. Fotografía: Emmanuel Soyer. Montaje: Sylvie Gadmer. Director de
Arte: Noa Roshovsky. Vestuario: Valérie Adda. Producción: Eric Amouyal, Raphael
Verdugo, Virgínie Lacombe. País: Francia, 2012. Duración: 105 min.
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